viernes, 14 de marzo de 2014

Naufragios dirigidos.

Vengo de asistir al concierto que la banda del Conservatorio Superior de Música de Alicante acaba de ofrecer en el ADDA, Auditorio de la Diputación de Alicante. El concierto lo daban músicos a los cuales yo escucho estudiar y tocar todos los días en el conservatorio, en audiciones, etc. Son gente, sin ánimo de peloteo porque no gano nada con ello, increíblemente capaz de sacar grandes conciertos adelante.

El problema viene cuando hay un grupo de estas características y el supuesto guía del grupo es el que está más perdido. Cuando tu ves a un director que hace gestos más parecidos a una persona ahogándose en el mar que a una persona encargada de dirigir una agrupación musical, se hace muy duro. 

Ese mismo director es el que no tiene (o lo tendrá, pero es posible que esté muy escondido) criterio suficiente para ver como en un concierto para solista y banda, los solistas desaparecen debajo de las armonías y ritmos del grupo, y no hace el más mínimo ápice de bajarles intensidad (a no ser que quiera expresarlo mediante la representación de un naufragio). Mención aparte esa entrada falsa en el concierto para saxo, que ha quedado grabada en mi retina por mucho tiempo.

Es el mismo que considera que la "Obertura Cubana"  de Gershwin puede programarse en un concierto sin trabajarla mas que un par de ocasiones y después del desastre organizado, tener la poca vergüenza de pedir aplausos a un público que, al menos por mi zona, estaba incrédulo ante la barbaridad que había escuchado (por desgracia, risas incluidas).

De "Los Pinos de Roma", reconocer que la cosa no ha ido tan mal como se esperaba. Sin embargo, para una obra tan conocida e interpretada, y con una duración no superior a los 20 minutos, decir "me aburro" no es algo positivo. Y yo me aburrí, mucho. Es lo que ocurre cuando lo que escuchas se parece mas a una especie de masa, un pegote musical sin forma, ni consistencia, ni nada con un poco de sentido. 

El bis ha sido "Suspiros de España". Y eso.

Por suerte, los músicos con los que he podido hablar después del concierto saben lo que han hecho, o lo que les han provocado hacer. Simplemente me queda felicitar a los dos solistas de los conciertos de clarinete y saxo; y de los músicos esperar que se den cuenta (porque lo saben) que interpretar música con un instrumento no es sólo ponerte la boquilla en la boca, coger el arco, tocar las teclas o golpear con la baqueta. Y que si el señor director insiste en sobrevivir en el naufragio o avivar un incendio desde la tarima, peleen porque haya otro que coja la batuta y sepa realmente conducirles por el buen camino. Porque tardes como la de hoy no se las merecen.

PD: Si alguien que lea esto dirije una agrupación y consigue que su banda/orquesta toque esto de manera aceptable con un par de leídas, tendrá mi insignificante reconocimiento absoluto:


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